INTERLOCUCIÓN MARZO 2020: PUNTUACIÓN DE ALBA GODOY VERGARA
El presente escrito forma parte
de las puntuaciones que se trabajaron en la mencionada interlocución. Compartí
la preparación de la misma con mi estimado colega José Rodríguez, con el que siempre es un gusto el intercambio.
No figuran escritas, pero seguro
registrados por cada quien, los diversos y enriquecedores intercambios con los
colegas de la Delegación y otros que participaron de la misma.
Del Libro “los Divinos Detalles”
J.A. Miller:
Capítulo VI Del Mito de Edipo al
Objeto “a” (Desde pág. 121)
El capítulo inicia con la
introducción de la figura Judith, que es un personaje que aparece en la última
contribución de Freud, y para poner en contexto este capítulo, venía analizando
las tres contribuciones de Freud a la vida amorosa o vida erótica, Liebesleben.
En la tercera,”El
tabú de la Virginidad”, entra en juego un objeto y su función, un objeto que
parece ser un privilegio del macho y que es un órgano del cuerpo. Al decir
“privilegio”, se refiere a una dimensión que no es solo corporal; y esto es
porque no le reconoce al macho el derecho legítimo de éste órgano (de ahí la
introducción de la figura de Judith), más bien rechaza que lo utilice con ella.
El relato pone en escena la decapitación que equivale a la castración.
Disposición cuaternaria:
La introducción del objeto que
mencionaba, se encuentra como Tercero en la vida amorosa, y se lo encuentra
bajo la forma del Otro, ya que se trata de que el tercero perjudicado tenga
derecho legítimo a la mujer y no se trata del doble del sujeto. Luego
encontramos, dice Miller, la introducción del Tercero bajo la forma del órgano
cuestionado; y justifica que se lo simbolice (de ahí el paso de pene a falo),
ya que más allá de la naturaleza, el derecho sería impensable sin la
simbolización, y con esto bastaría, continúa diciendo, para calificar de Falo a
este órgano, y diferenciarlo del órgano corporal para el que se mantendría el
término “pene”.
Queda justificado la disposición
cuaternaria ya que el Tercero aparece dos veces: El hombre, la Mujer, el Otro y
el Falo.
Siguiendo el enfoque freudiano,
en las dos primeras contribuciones, en un tipo particular de elección de objeto
pareciera que el hombre solo puede dirigirse a la mujer a través de Otro que la
posee.
De manera simétrica, en la
Tercera contribución, en la que aborda la vida amorosa o erótica por el lado de
la sexualidad femenina, intenta demostrar que la mujer sólo se dirige al hombre
a través del Falo, y precisamente desde la posición de cuestionarle el uso del
mismo. A partir de estos dos puntos de partida, en apariencia opuestos, la
demostración de Freud aparecen como simétrica, es tan cierto que el hombre se
dirige a la mujer vía el falo como que la mujer se dirige al Otro a través del
Falo.
Se pregunta Miller ¿qué
encuentran uno y el otro en el Otro? La respuesta de Freud es que lo que hallan
es la relación Edípica, tanto el hombre como la mujer están obligados para
dirigirse al partenaire, a pasar por el lugar del Otro, donde está pre
inscripta, programada, la relación Edípica, o sea sobre la mujer recae la
sombra de la madre y sobre el varón la del padre. Entonces la primera versión
de la interpretación freudiana de la vida amorosa es Edípica.
Una amenaza dirigida al hombre:
En el mismo descubrimiento
freudiano de la vertiente Edípica se separa la vertiente del complejo de
castración y se descubre en ella que es el Falo el que sirve de medida a la
vida amorosa. Pero permanece válido para ambas vertientes que en la vida
amorosa, erótica, los objetos están desdoblados.
El objeto-partenaire por la
incidencia de este tercer elemento, del Otro o del Falo sufre ciertas
transformaciones y desdoblamientos.
Aclara Miller que hay ciertas
funciones, valores propios, que pertenecen a cada uno de estos registros que en
la obra freudiana aparecen mezclados y que él a través de esos cuadros está
tratando de diferenciarlos.
Desde la perspectiva Edípica la
madre esta prohibida para el varón y para la hija lo está el padre, y la
prohibición del objeto primario es la que permite que la elección amorosa se
dirija a una sustitución, que puede ser una serie indefinida o uno sólo, que no
deja de ser una sustitución, porque dice Freud, que en la elección de uno sólo
se ve más claramente que es un sustituto. La perspectiva del Edipo introduce
entonces la pareja de conceptos de la prohibición
y la sustitución.
En la vertiente del Complejo de
Castración es otra la pareja de conceptos que pasa a primer plano: La Depreciación y la Reivindicación. Y
que no están solamente dirigidas a cada uno de los partenaires por el otro,
sino que cada uno las subjetiva. La mujer desvalorizada no lo es solo a los
ojos del hombre, sino que de manera reflexiva adquiere este estatuto para ella
misma; y el hombre no está solamente discutido en su privilegio por su
partenaire, ser hombre y ser hombre discutido van juntos.
Es notable dice Miller, que Freud
cuando introduce ese tercer elemento en la vida amorosa, lo haga a través de una
amenaza dirigida al hombre. Y el hombre del que se trata en esta contribución
se siente profundamente en peligro, y para protegerse se sostiene en varios
tabúes. Se encuentra amenazado por cuanto es el que tiene. Y frente a la amenaza
ponemos el desprecio por la mujer en la medida que ella no tiene.
Amenaza y desprecio se encuentran en la clínica de la experiencia
analítica, ya que sobre el fondo del hombre amenazado se encuentra la exaltación
de los valores de la valentía y el heroísmo, que se despliegan sobre la base de
que hay algo que se puede perder.
Aclara que las mujeres también
pueden ser valientes, pero tiene una modalidad diferente que en los hombres, ya
que se constituye a partir de la idea de no tener nada que perder. Se trata de
un coraje sin límites. Cuando se realiza en la defensa de lo que a pese a todo
sí tiene ella, como sus hijos, o su hombre, o hasta su país, la mujer lo
defiende precisamente con un coraje que
no está limitado por algo que pueda perder. Podremos entender este estatuto de
la mujer despreciada, que Freud puso de relieve, viendo que es el trasfondo de
la exaltación de los valores de respeto, devoción, y hasta de idealizaciones
que pueden recubrir la figura de dicha mujer.
Continúa Miller analizando las
dos Complejos: Edipo y Castración.
Otro aspecto que deduce del par Prohibición
y Sustitución es: Todo amor es Repetición. Puesto que el amor original está
prohibido, solo se ama a sus sustitutos, por lo tanto el amor actual es
repetición del amor original.
Y si se quiere entrar de lleno en la técnica
del psicoanálisis, se concluye que la Transferencia es Repetición. Y esto es
posible si nos situamos en la concepción Edípica del amor de Transferencia;
pero en la vertiente de la Castración, no hay esta concepción del análisis y de
la transferencia. Lo que se pone de relieve es este signo de Valor que es el
Falo y la significación que se le atribuye. Es precisamente lo que Lacan hizo
en el Seminario 11, diferenciando Transferencia de Repetición; destaca Miller
que fue posible anudando Edipo y Castración, con la memorable “Metáfora
Paterna” ya que Falo y significación corresponden a dos registros distintos.
Aunque destaca que no es seguro que su operación haya sido dada sobre Edipo y
Castración, sino sobre Edipo y Falo.
Entonces ¿cómo opera la conexión Edipo y Falo?. Toma el Edipo
freudiano y metamorfosea el padre y la madre en significantes. Destaca del
significante padre el Nombre del Padre, y de la madre la metamorfosea al
hacerla funcionar en el Edipo, como Deseo de la Madre. Designa el
funcionamiento de ida y vuelta de la madre con respecto al niño como de
Presencia y de Ausencia, que es el funcionamiento mismo, radical, dice Miller,
del significante. Entonces puede Lacan poner en paralelo: DM- NP como dos
significantes de pleno derecho.
Dice Miller que con estos dos
términos pone en plena vigencia la sustitución Metafórica, y no metonímica como
lo hacía Freud. Tanto la prohibición de la madre como la del padre, en Freud se
traducen en una metonimia. Mientras que Lacan destaca de la estructura misma
del Edipo la Metáfora Edípica. Esto es al transformar al padre y a la madre en
significantes, los inscribe como una metáfora que traduce a su vez la
prohibición de la madre y la inscripción del Nombre del Padre. [Esta
construcción de Lacan supone que ambos sexos perciban a la madre como Objeto
Primordial, y al padre como objeto de identificación primordial]
Una vez que padre y madre fueron
transformados en significantes, en una relación metafórica, el falo aparece
como el efecto de sentido de esta metáfora. De este funcionamiento de
sustitución resulta un efecto que se encuentra en el nivel del Significado. Se
trata de un efecto de sentido que Lacan no se anima aponer con el signo de fi,
sino que lo escribe con todas las letras: Falo, dice Miller. Entonces la
conexión que Lacan introduce entre Edipo y Falo es el Falo como efecto de
sentido. Dice Falo y no Castración.
¿Por qué se goza mal?...
ALBA GODOY VERGARA.
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