INTERLOCUCIÓN MARZO 2020. PUNTUACIÓN DE JOSÉ RODRÍGUEZ.

¿Por qué se goza mal? 

Las mitologías en lógicas de la significación del falo


Hoy comentaré esta presentación con el estilo de como suelen ser las intervenciones de textos.
Tomaré principalmente el seminario “Los divinos detalles” de Jacques Alan Miller.
 Este seminario, es un curso que corresponde al año 1989. Presenta una situación, en sus primeras páginas, que de acuerdo al autor, con este seminario se tratará de trabajar sobre la pulsión. Es un seminario para la pulsión; eso implica una lógica en juego. Ya lo veremos…
Miller supone que bien podría llamarse este seminario como “el cuerpo sin cabeza”. Una acefalía muy consonante con el modelo de lo pulsional. Ahora, estando advertido y sirviéndonos de esta indicación, nosotros iremos por aquel camino que ubique las incidencias del concepto freudiano de falo en dicha exposición.
Ya al hablar de cuerpo sin cabeza, nos remite ineludiblemente a la cabeza de medusa de Freud  (escrito del año 1920). Ahí, Freud hace equivalentes a decapitar como igual a castración. Entonces, el terror a Medusa es terror de castración, terror asociado a una visión: dice Freud, “Si la cabeza de Medusa sustituye la figuración del genital femenino, y más bien aísla su efecto excitador de horror de su efecto excitador de lubricidad, puede recordarse que enseñar los genitales es conocido como acción apotropaica…”
Efecto apotropaico, es un término antropológico que describe un fenómeno cultural que se expresa como mecanismo de defensa mágico o sobrenatural. El término deriva del verbo griego apotrépein, alejarse. Y se relaciona, fundamentalmente, con la necesidad de hallar cierta seguridad ante lo incierto y desconocido, lo que comúnmente se relaciona con lo peligroso y posiblemente con lo daniño. Entonces, el mostrar los genitales, a su vez, puede aludir a un modo de satisfacción y resguardarse del encuentro con el peligro de la castración.

Volvemos a Miller en que interpretar el detalle, así lo presenta, le permite distinguirlo al menos en dos aspectos:
Uno es lo pequeño. El detalle es lo pequeño; es lo más pequeño del conjunto disponiendo un valor, y así distinguirse en un valor prístino como detalle  más que el todo.
 La otra es que detallar significa cortar en pedazos. Es con estos divinos detalles donde los psicoanalistas puedan extraer conceptos como cuerpo fragmentado, los objetos parciales: estableciéndose como un apéndice del cuerpo en condición de sublimado por su conexión con la ausencia, y otros.
El detalle divino, también es que el falo posee un lugar en su condición para la doctrina freudiana del amor; más bien, es una despoetización del amor plantea JAM. Tenemos dos textos de las obras completas que hace hincapié para este aspecto, que Miller toma en cuenta. Son los Tres enyasos para una teoría de la sexualidad y  El fetichismo.

Vamos por ello.
Por un lado, tomemos la frase de Tres ensayos… “un niño adormecerse en el pecho materno...este cuadro sigue siendo decisivo también para la satisfacción sexual en la vida posterior”...el prototipo de esta imagen es la Vorbild: la imagen que servirá de modelo o matriz. Matriz imaginaria, como el primer valor que se le otorga al amor.
Es claro que difícilmente uno se enamore de un pecho; dirigirse al mismo como cuando uno se dirige a una persona. Nadie le entrega palabras de amor a un seno. Salvo en una novela americana por Phillipe Roth, llamada casualmente El Seno, o bien con Gogol y su nariz, que se pasea por donde quiera ella independientemente del portador.
 Del seno de Freud al seno de Roth, pasamos por la nariz de Gogol y llegamos a la nariz de Freud: muestra que en su artículo El fetichismo (1927), la relevancia de la elección del fetiche, y relata las circunstancias accidentales (contingentes) que determinarán esa elección. Freud analiza el caso del brillo de la nariz que le sucede a un paciente suyo. Este es quien nace en Inglaterra y se va a vivir a Alemania. Ahí se produce el olvido de su lengua materna, ubicándose el equívoco entre glanz (brillo) y glance (mirada). En este “hay un brillo en su nariz”,  hay algo de una naturaleza sutil totalmente eventual y completamente dependiente del contexto. A esto se lo llama fetiche bajo un atributo de un ser en un instante determinado del contexto. Este atributo erótico, Freud lo define como una condición (Bedingung), el mismo término que utiliza para la condición de amor. Aquí se trata de la condición del fetiche. Miller atribuye que el glance (mirada) se puede pensar que es el sujeto quien lo da, esa mirada sobre esa nariz que estaría escondida debajo de las faldas, que va del sujeto hacia el Otro, y que vuelve del Otro como Glanz. En la página 46 de Los divinos detalles se van a encontrar con el comentario, esta vez, de que la mirada que dirige hacia el objeto que no existe le vuelve como una condición del objeto mismo. Vuelve como la exigencia de que sobre la nariz del Otro esté escrita su mirada (una mirada brillante) y en consecuencia es el sujeto quien no cesa de ser mirado por aquello que atrae a sus ojos.

Tornando al texto del fetichismo, esta condición fetichista no es con cualquier pene, es un fetiche como sustitución del falo en la mujer (de la madre). Entonces, es una sustitución de algo privilegiado por el sujeto, de gran significatividad en la primera infancia, que se perdió más tarde.
Por cuanto hablamos de fetiche como el falo de la mujer en que el niño ha creído y no desea renunciar, este pene no es cualquiera; este pene del que aquí hay un sustituto, es el pene que no existe. Como no existe, es que se debe de hablar de falo y no conservar el nombre del órgano.

El falo puede considerarse por un lado, como un articulador desustancializado, a entender su primacía en la infancia con la circunstancia de regulador en el desarrollo. Y por otro lado, dispone de un valor de organización, en las denominadas estructuras clínicas, por cuanto estas referencias son un tratamiento de un no querer saber nada de la castración, lo que expresa esa dimensión perturbadora que tiene para el sujeto en ese encuentro.


Del Capitulo VI: Del complejo de Edipo al objeto a

La parte que voy a comentar está al comienzo en la página 128 del seminario.
Con el complejo de Edipo, dice Miller, le permite deducir de inmediato que todo amor es repetición, puesto que su objeto original está prohibido, solo se ama a sus sustitutos: por lo tanto el amor actual es siempre repetición del amor original. Lo que hay que tener en cuenta, que aquí hay prohibición y sustitución en juego.
Partamos de esta idea, que el complejo de Edipo y complejo de castración, no es lo mismo. No implica una misma lógica en sus consecuencias teóricas. En el texto se van a encontrar  la indicación de que anudados por la metáfora paterna, es decir Edipo y falo, se pregunta: ¿cómo opera esta conexión entre Edipo y falo? Con el Edipo freudiano se metamorfosea al padre y la madre como significantes. Metaformosea al padre como nombre del padre (NP) y también metamorfosea a la madre como deseo de  la madre en el Edipo (DM). No me voy a extender mucho en esto, es un punto que se abordará en la próxima reunión; sí puedo decir que con Lacan pone en funciones la sustitución, en una sustitución en sentido metafórico y no metonímico como Freud lo propone. Como vimos, la madre, al estar prohibida, permite inscribir una serie sustitutiva de mujeres en toda elección amorosa en el hombre, que son reemplazos de ella….podemos decir con Freud en sus contribuciones sobre la vida amorosa, que hay una metonimia de la madre y una metonimia del padre. Ya con Lacan, se pone de relieve en la estructura del Edipo, la metáfora edípica: esto es la transformación del padre y de la madre en significantes. Los inscribe como una metáfora que traduce a la vez la prohibición de la madre y la inscripción del nombre del padre.

Para finalizar,  después de que hemos visto las relaciones del falo con la condición amorosa, y también cómo el fetiche viene a ocuparse de un objeto, a elevar a cualquier objeto a la dignidad de falo, e inclusive cómo el tratamiento del Edipo es un modo de plantear un no querer saber nada de la castración del Otro materno, nos lleva irremediablemente a la pregunta:
¿Por qué se goza mal?

Freud realiza una conexión entre el Edipo y las pulsiones dando cuenta de que es a partir de lo que no funciona en la especie humana, y es con respecto a la pulsión sexual. Es su modo de incluir estas consecuencias como lo que estructura una salida (respuesta edípica), de eso mismo que no termina de resolverse. A su vez, hay otro aspecto, cuando Miller cita de Freud lo siguiente en Tres ensayos…: “…habría que ocuparse de la posibilidad de que haya algo en la naturaleza de la pulsión sexual misma desfavorable al logro de la satisfacción plena” .
Es interesante servirse de dos formulaciones respecto a ello: uno, es notar con la pulsión para dar cuenta de ese registro en el que no habría incertidumbre para el asunto, que habría una decisión programada, con alcances inefables.
Por otro, es utilizar el término de deseo. Acá es cuando se está en el registro en que no se sabe lo que se quiere o donde lo que se quiere está obstaculizado por una contradicción. Ahora, por más que haya una decisión programada, la satisfacción plena de la pulsión no se realiza.

Voy a incluir como sugerencia de lectura un texto de Osvaldo Delgado, Lecturas Freudianas, donde realiza una exposición muy atinente y aclaratoria del lugar de la concepción freudiana del complejo de Edipo y de la castración, su anudamiento y su desglose en torno tanto al campo de la pulsión como en la dimensión del fantasma. Ahí dice en la página 51, que esta prohibición del objeto incestuoso vela, encubre, la imposibilidad estructural. Al no haber objeto predeterminado en la pulsión, y de lo que resulta de la diferencia entre el placer buscado y el hallado, el objeto que colmaría al sujeto es imposible. La prohibición lo nombra como imposible, pero interdicto.

Por lo que surge otra pregunta, esta vez más específica: ¿cuál es la causa que propone Freud para esta insatisfacción que se nos presenta como casi estructural a la pulsión? ¿Qué causa ve allí?

Es el Edipo, sentencia Miller:
v por un lado, el Edipo es causa de que la cosa no ande en la pulsión, como la pulsión perdió su objeto primario, y no tiene más que un sustituto.

v por otro, el Edipo erige una barrera a lo genital, en que la pulsión pregenital se encuentra embrollada, y es  afectada por la primacía de lo genital correlativa al Edipo.

 Surge el Edipo como nudo de tres cuestiones:
1- es un operador de interdición, sustitución y refuerzo
2- es una subjetivación, una interpretación neurótica, explicación, sentido...es una subjetivación de la imposibilidad de la satisfacción plena de la pulsión.
3- es una ley de intercambio

Tomemos por ejemplo que la cuestión de la satisfacción de la pulsión Freud lo liga a uno de sus destinos pulsionales, como lo es la sublimación. Ahora, se infiere que, con el Edipo, permite una salida estructural del sujeto freudiano entre la civilización y la pulsión. La propuesta, en definitiva, es cómo se articula la palabra y lenguaje ante un modo de satisfacción ligado a la pulsión. Esto se vuelve más significativo e imperativo (así lo define Miller) cuanto que se hace del Edipo mismo un hecho más bien de significante que de la civilización. Paradojas y conceptos.

Por último, hay que expresar que Lacan transformó estas mitologías en lógicas. En la pag 134, Miller en su seminario abordado hoy, lo dice así: “...que a partir, del mito del Edipo, privilegió el complejo de castración hasta elaborar la lógica del significante fálico... al privilegiar el complejo de la castración, elaboró una lógica con un símbolo bajo diferentes formas, la lógica del significante del falo, el símbolo fálico, (phi mayúscula, phi minúscula, menos phi minúscula). Y por el lado de las mitologías de las pulsiones, elaboró la lógica del objeto a, del pequeño a”.

Para Freud, su mitología se radicaliza en la pulsión. Para Lacan es la lógica, la del objeto a como núcleo elaborable de una satisfacción específica, la de un goce.


José Rodríguez

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