Reflexiones de la época. "Con mates y el virus que mata. Un diálogo entre biopolítica y psicoanálisis" por Álvaro Parodi

Con mates y el virus que mata, un diálogo entre biopolítica y psicoanálisis [1]

"La pareja clínica y sociedad se nos impone, en la medida 

en que no hacemos de la clínica un término intemporal". (Miller, J-A y Laurent, E. P.9)


El Covid-19 nos sitúa en tiempos de cambios, nos enfrenta al desafío de tener que pensar un mundo que ha devenido otro y el carácter transitivo de esta mutación es incierto, de modo que el presente es una incógnita. 
La manera de concebir a los sujetos implica contextualizarlos en el horizonte de la época en que nos encontramos inmersos, dado que su acontecer está asociado con los cambios que suceden en la trama cultural, política y social. 
Aseff (2013) recuerda que Lacan nos sugiere, “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (p.21). Acentúa que la subjetividad, desde el psicoanálisis, incluye dos cuestiones fundamentales: las identificaciones (simbólicas-imaginarias) y la manera de gozar; allí establece que de ella el sujeto obtiene siempre una satisfacción (inconsciente) e involucra al cuerpo -en tanto se goza en y con el cuerpo- dado que es allí donde se registra la satisfacción.
La pandemia actual despierta discusiones sobre la manera de percibir el mundo y en él al sujeto, además de que tal coyuntura aviva debates sobre las formas de ejercicio del poder. Foucault señala que lo esencial en todo poder es que su punto de aplicación siempre es, en última instancia, el cuerpo. Propone el concepto de biopoder para dar cuenta del poder que se ejerce sobre los sujetos y sus cuerpos, describiéndolo en el marco de una transformación del poder: desde la época clásica donde se concebía al poder como la autoridad que tenía el monarca sobre la vida y la muerte de sus súbditos, hasta la modernidad, donde el poder se ejerce positivamente sobre la vida, procurando administrarla, aumentarla, ejerciendo controles precisos y regulaciones generales (Gómez, Degiorgi, González, Cura y Hornus, 2014).
Esta transformación del poder, según Foucault, se desplegó en dos formas enlazadas. Por un lado, la “anatomopolítica del cuerpo humano” centrado en el cuerpo como máquina, así su educación, el aumento de sus aptitudes, su utilidad y fuerza, quedó asegurado por procedimientos del poder de las disciplinas; y por otro, la “biopolítica de la población”, centrada en el cuerpo-especie que sirve como soporte a los procesos biológicos: los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la expectativa de vida, y aquellas condiciones que pueden hacerlos variar, los toma a su cargo con una serie de intervenciones y controles reguladores (Esposito, 2005; Gómez y cols., 2014).
Dessal [2] escribió que la infección es biológica pero la pandemia es un acontecimiento político, afirmación que causa interrogantes sobre los efectos que tendrá ésta, tanto en los resortes más íntimos de cada sujeto como en el cuerpo social, y que si bien aún nos es desconocido, sí podemos observar con el ímpetu que ha tomado el coronavirus una singular medicalización de la política y una politización de la salud, que tiende a la protección de la salud de los ciudadanos salvo particularidades de algunos estados-nación. Aun así, no deja de resultar paradojal la insistencia en la necesidad de preservar un cuerpo -individual y social- saludable por sobre la lógica del mercado para luego volver a someterlo a sus mismas leyes.
El entrecruzamiento que provoca la pandemia, entre el organismo y la política, ha dado cuenta de la biopolítica en su máxima expresión, en tanto que vemos desarrollarse la progresiva adopción de estrictas medidas de aislamiento que, aunque son imprescindibles en la actualidad, han concedido espacios a disposiciones legales que resuenan en la institucionalización de lo que suele llamarse estados de excepción de los que resulta una vida sin cualidades en el espacio público. Agamben, lo denomina “nuda vida” es decir, una vida donde el cuerpo queda reducido a puro cuerpo, noción que toma relevancia en el contexto de la pandemia y la estrategia que hemos conocido de dejar morir a los adultos mayores y priorizar la vida de los jóvenes infectados, develando sin metáfora alguna, la evocación de Foucault sobre el biopoder -la biopolítica- se trata de hacer vivir y dejar morir (Giorgi y Rodriguez, 2007).
Este escenario institucional-legal ha dado lugar a controversias. Una muy difundida la sostuvo el sociólogo Slavoj ŽiŽek, afirmando que el virus asesta un golpe mortal al capitalismo; por su parte, Byung-Chul Han antagónicamente advierte que Asia -con su efectividad para controlar la pandemia-, podría exportar a occidente su biopolítica (policíaca-digital) intensificando el capitalismo. Al leer esta controversia me pregunto, cuánto tiempo transcurrirá para que palpemos efectos subjetivos de esta coyuntura en nuestra práctica clínica, pero mientras escribo me anoticio con sorpresa de que algunas disposiciones administrativas con incidencia en nuestra vida pública, comienzan a situarse en este debate (Slavoj ŽiŽek y Byung-Chul Han, 2020).
En este contexto del COVID-19, donde se discuten las técnicas de enumeración de los cuerpos muertos y sus causas para la construcción de las estadísticas de cada estado nación, se revelan diversas narrativas por la continuidad de la vida humana. Achile Mbembe, quien acuña el término de “necropolítica” dilucidando que para las técnicas biopolitícas unas vidas tienen valor y otras no, señaló en una entrevista reciente, que la pandemia democratiza la muerte y vislumbra como uno de sus efectos la modificación en la forma de relacionarnos con nuestros propios cuerpos en tanto se instituyen en una amenaza para nosotros mismos. Podría suponerse que este escenario ha suscitado en los sujetos fantasías anticipatorias de su propia muerte (Bercito, 2020).
Gonzales (2014) desde el psicoanálisis, sugiere que la vida es aquello que demora el trabajo de la pulsión de muerte, lo que lleva a pensar la vida como una tramitación entre el camino que lleva a la muerte y el aplazamiento de su llegada. Para el hombre, según Freud, la muerte es irrepresentable, dado que si bien el humano puede imaginar su propia muerte, lo hace como espectador, es decir que sobrevive como observador. En tanto el ser humano tiene conciencia de su existencia y la finitud de esta, si no es posible representar la muerte propia, al menos sí lo es presagiarla. El carácter transitorio de la vida y que este le otorga aún más valor, puede ser dilucidado con Freud, cuando ante la caducidad de la belleza de un paisaje, señala que la restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable.
Hablar de la vida es también hablar del cuerpo que, como señaló Foucault, es sobre quien se ejerce el poder. Para el psicoanálisis, el organismo biológico es diferente del cuerpo humano. Lacan va a decir que el hombre tiene un cuerpo en tanto no lo es. Indica que, justamente en lo humano, que sobrepasa al organismo por estar atravesado por el lenguaje, falta el ser. Así, distingue lo humano de lo orgánico a partir de la acción del lenguaje, planteando la existencia de una segunda vida y de una segunda muerte en el ser que habla. Para Lacan hay dos vidas: la vida biológica y la vida del significante, que le corresponde a cada una su propia muerte (Gómez y cols, 2014).
Ordoñez (2017) aclara que lalengua se precipita sobre el organismo y al traumatizarlo, se produce una unión que da lugar a la sustancia gozante que desnaturaliza al organismo porque lo liga al lenguaje, pero asimismo desnaturaliza al significante que para seguir siendo, pierde su propia naturaleza y se hace cuerpo, resultando un cuerpo hablante. 
Así la vida humana, afectada por la palabra y el deseo, lleva a disfrutar encuentros y sufrir desencuentros, está atravesada por proyectos y decepciones, con la consecuente emergencia de sensaciones de angustia, desorientación, alegría y satisfacción, entre otras, que se inscriben en los cuerpos de los sujetos, y que probablemente se intensifiquen en la situación de cuarentena obligatoria. 
Observamos en estos tiempos la difusión de spots de asesoría de distintas disciplinas de la salud a fin de atenuar los efectos del miedo, la angustia y la tensión por las medidas de aislamiento social preventivo obligatorio, brindando una orientación necesaria y específica en tiempo de crisis, que sin embargo suponen una misma experiencia subjetiva ante dichas medidas sanitarias. Como fui advertido por otros/as analistas del centro del niño, podríamos repensar dicha suposición preguntándonos ¿qué implicancias subjetivas tiene para cada uno de los sujetos estas medidas sanitarias preventivas? 
Podría pensarse que la disposición de escucha, que intente alojar lo más singular de cada uno de los sujetos, habilitando lo que tiene para decir y sus propias elaboraciones subjetivas, es justamente allí que podría radicar un lugar para el psicoanálisis frente a la biopolitíca, que en su intento de disciplinar lo humano, segrega y excluye lo diferente, especialmente en tiempos donde el factor ordenador del civismo es la prevención pero cuyo reverso podría consistir en ubicar a un otro a quien temer y discriminar. Laurent (2014) manifiesta que el racismo cambia sus objetos a medida que las formas sociales se modifican y retomando la perspectiva de Lacan plantea que subyace en toda sociedad el rechazo de un goce inasimilable, resorte de una barbarie posible.
Asimismo, cuando Foucault sugiere que la vida se anuncia también en aquello que resiste, altera los modos normativos de lo humano, emergiendo como desafío de lo que nos constituye como sujetos social y políticamente legibles, surge el interrogante por una articulación posible con el psicoanálisis en tanto posibilita subjetivar una producción singular en el encuentro de cada quien con lo real de la época, que al conmocionar los semblantes de saber (ciencia, política, economía, religión) produce un derrumbe del orden simbólico exponiendo la fragilidad de lo humano (Giorgi y Rodriguez, 2007). 
Recientemente leí que cuando se está al tanto del psicoanálisis, lo que puede hacerse es leer la actualidad, no psicoanalizarla. Esta producción, que retoma una colaboración de años atrás en una investigación de la Facultad de Psicología de la UNC [3] , y la articula con otros autores, es solo un intento de ello, acotado e insuficiente, de un practicante novel del psicoanálisis y lector, no más que curioso, de algunos pensadores contemporáneos.  

Parodi Álvaro

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[1] Este escrito se trabajó en los ateneos clínicos que practicantes del psicoanálisis sostienen en el Centro del Niño (CAISA).  
[2] Dessal, Gustavo. Publicación en página personal de Facebook, 05-04-2020.
[3] Proyecto de Investigación: De la Bioética a la Biopolítica (2014). Construcciones discursivas, dilemas actuales sobre el cuerpo, el arte, la ciencia y la subjetividad de hoy. Facultad de Psicología U.N.C.

Bibliografía:


·         Aseff Jorge. (2013). La subjetividad hipermoderna. Una lectura de la época desde el cine, la semiótica y el psicoanálisis. Buenos Aires, grama.
·         Bercito, D. (2020, 31 de Marzo). “La pandemia democratiza el poder de matar”. https://lavoragine.net/la-pandemia-democratiza-poder-de-matar/
·         Degiorgi, G., Gómez, M., y González, D. (2014). Ley de “muerte digna” en la Argentina: consideraciones desde el psicoanálisis e implicancias en el campo de la bioética. VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXI Jornadas de Investigación Décimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
·         Espósito, R. (2011) Bíos. Biopolítica y filosofía, trad. Carlo R. Molinari Marotto, Buenos Aires, Amorrortu.
·         Giorgi, G. y Rodríguez, F. (comps) (2007). Ensayos sobre Biopolítica. Excesos de vida. Buenos Aires, Paidós.
·         Gómez, M., Degiorgi, G., González, D., Cura, V. y Hornus, R. (2014). Identidad y cuerpo en tiempos de la biopolítica. Algunas reflexiones desde el psicoanálisis sobre las nuevas leyes argentinas de Identidad de Género y Muerte Digna. Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte. Vol. 10, P. 5-14.
·         Laurent, E. (2014).  El Racismo 2.0. Lacan Cotidiano N° 371.
·         Miller, J. y Laurent, E. (2005). El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires,  Paidós.
·         Aguilar, L., Ordóñez, P., Vidal, J. (2017). Actualidad de la Histeria. Buenos aires, Grama.
·         Sopa de Wuhan. (2020). Pensamiento Contemporáneo En Tiempos De Pandemia, ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). 

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