NOCHE DE PAZ Esa Maldita Familia Por Leandro Hocquart

Publicaciòn realizada en el diario Tiempo Fueguino Río Grande el día 4 de enero de 2016.

“Noche de paz, noche de amor, todos acá por favor. Mamá e hijo con antifaz, disfrutando su noche de paz. Sueña un sueño imposible, sueña un sueño imposible”
Para muchos esta letra debe ser conocida. Lo cierto es que Luca Prodan, ese italiano venido en criollo, líder de la legendaria banda Sumo, sabía que punzaba con su aguijón los cimientos de una sociedad argentina que terminaba de salir de una época oscura ligadas a las dictaduras militares.
Las madres de plaza de mayo, sostenidas bajo el pañuelo-pañal sabían del peso que representaba ser madre en un estado que sostenía en su discurso un lugar para la familia como sostén de la sociedad.
Desde donde podemos ubicar este lugar tan protagónico de la familia para la historia humana?
 “… sean fructíferos, háganse muchos, llenen la tierra” Aquel mandato Divino que apareciera en el Génesis de la Biblia  proponía coordenadas funcionales y reproductivas  al objetivo de poblar la tierra hasta convertirla en un paraíso. El pecado original (la historia de la serpiente endulzando los oídos de Eva) embistió de imperfección el linaje humano y desde entonces se perdió el paraíso terrenal y la conciencia de muerte entró en el mundo.
Esa versión familiar, Adán agricultor, los hijos ayudantes y Eva madre-hogareña, fue sostenida y reproducida en el tiempo, encontrando su reflejo especular en la madre ama de casa el padre proveedor y los niños educados. Durante cientos de años y acompañadas de políticas industriales y pos industriales las propagandas y publicidades promovieron un tótem al cual responder. Un ideal medianamente alcanzable para una gran porción de la población que habitaba el mundo, claro está,  bajo el soporte de un capitalismo extremo que haciendo uso de la plusvalía dejaba por fuera un sin número de individuos que hacían de refugio simbólico de esta.
Así el escenario, lo diverso y lo extraño no tardaría en develarse. Tanto es así que de aquellos prototipos familiares hoy queda muy poco. Un crisol variopinto probablemente sea hoy el adjetivo que mejor las caracteriza.
Las familias ensambladas, las madres y padres solteros que crían hijos propios y ajenos, parejas del mismo sexo que adoptan niños, jóvenes de alto nivel de educación que no consiguen formar pareja, mujeres que prescinden de un hombre al momento del llamado genésico. La brújula se descentraliza del polo nuclear para oscilar permanentemente hacia una diversidad.
Cuáles son algunas de las consecuencias del corrimiento del manto paternalista para las diferentes opciones de familia hoy?
La caída de La ley, representada en el macho proveedor pero sostenida por la institución familiar  que lo convocaba, es quizá el caldero donde se cocinan los elementos que pueden dar respuesta a esta pregunta. Por este motivo el Psicoanálisis eternamente vuelve una y otra vez sobre los modelos familiares y los relatos que de ellos se desprenden para analizar el padecimiento singular del sujeto.
Aquello que en la época pre moderna era mandato para el varón y la mujer (casarse y tener hijos), en nuestra época contemporánea es catalizado por un hombre que se mantiene el mayor tiempo vital disponible en el mercado sexual, y solo bien pasada la madurez decide consolidarse en un matrimonio o sus equivalentes. Para la mujer el destino se encuadra en la pesada tarea de contar los minutos de su reloj biológico u optar por un acto de invención que le ayude a tramitar una solución de compromiso desprendida quizá, de las implicancias afectivas de los desfiladeros del amor.
Sea cual fuere la opción que se elija  en el embotellamiento vincular, podemos decir con un grado aceptable de garantía que “La Norma” ha cambiado y que los efectos sobre la subjetividad individual, pueden aprehenderse en la lectura de los signos de época que se presentan como índice del malestar en la cultura, o para decirlo más sencillamente en el padecimiento singular.
Alain Eherenmberg en La fatiga de ser uno mismo (1998) propone que la norma ya no se halla fundada en la culpabilidad y la disciplina sino sobre la responsabilidad y la iniciativa. Desprende de su articulación entre la sociología y la psiquiatría una tesis que supone el éxito de la depresión como padecimiento generalizado, en una sociedad que apunta al individualismo por sobre el reconocimiento del otro semejante.
Fatiga, inhibición, insomnio, ansiedad (padecimientos que muerden el cuerpo) podrían postularse como equivalentes que se presentan en el consultorio en sujetos que estallan impotentes ante las exigencias de eficacia y eficiencia impuestas por los ideales modos de vida.
Si bien esta descripción apuntalada por la sociología pareciera encontrar en los modelos familiares actuales un gran eco de identificación (ya que son sumamente importantes al momento de analizar fenomenológicamente las dinámicas familiares) para el Psicoanálisis hay un peso gravitatorio que supone mantiene imaginaria y simbólicamente cohesionada una familia: el malentendido.
Este malentendido fundante y estructurante se ofrece como condición singular para cada novela familiar. En la familia, lo propio y lo ajeno puede en ocasiones estragar las condiciones de vida de un sujeto dejando  en el cuerpo  marcas indelebles.
Esa maldita familia, entendida como el deseo incestuoso de no separación (mandato inconsciente) de los miembros que le pertenecen, es el lugar donde se inscriben las marcas de la infancia.
El cuerpo se presenta así como el lienzo donde se estampa aquello que no puede ser elaborado por el circuito de la palabra. Frente a un menos de palabra y más de cuerpo, el sujeto ensaya salidas ortopédicas (operaciones estéticas, dietas extremas, rigurosas rutinas de ejercicio físico, ludopatías, adicciones en general) que intentan reparar aquello fisurado, agujereado o roto.
La familia, es entendida desde el psicoanálisis como el Mito en el que el sujeto encuentra cierta explicación al malentendido, a la desilusión y a la decepción pero por sobre todas las cosas siempre es desencuentro en el cual se desfamiliariza lo familiar (Bassols,2003).
Al igual que en Casa Tomada, ese maravilloso texto de Cortazar en el que se encuentran dos hermanos ya maduros viviendo en una vieja casona, donde comienzan a producirse una catarata de hechos sospechosos, razón por la cual esta pareja algo incestuosa, se recluye primero deambulando cautelosamente, luego aterrados e inmóviles en alguna habitación, para terminar literalmente por producto del malentendido por fuera de su hogar. Así como en el cuento, este destierro (abandono de la madre-tierra) puede dejar tan suelto al sujeto en un estado de indefensión, que  suele  por momentos ser aplastante. De manera que no tardan en aparecer los síntomas que escuchamos  en el consultorio y que no son otra cosa que la contradicción entre lo familiar y lo extraño que retorna en  un sin sentido produciendo en el mejor de los casos,  la otra versión a nombre del sujeto propio.
El acto de invención singular que cada individuo puede encontrar (separado del relato familiar) es un acontecimiento que se produce por la vía de la escisión  de lo familiar.
Este corte no dice de un anulamiento de los lazos que sujetan a la novela familiar, sino de la regulación de aquello que cuando se suelta  produce malestar (culpa) y que de no hacerlo esclaviza cercenando las opciones de accionar responsable de un individuo.
Blanca Sánchez en “La familia entre ficción y función”  dice: “La novela familiar encubre, bajo una ficción que da sentido a la vida del sujeto, el goce que depara la familia, que la transforma en un obstáculo para que un sujeto abandone la causa familiar por una propia, lo que conlleva al aplastamiento del deseo del sujeto”.
No cabe dudas que en los ritos, prácticas cotidianas y fiestas populares algo de ese malentendido se diluye permitiendo un encuentro momentáneo por la vía de lo que no se dice, los secretos familiares, los pactos de silencio, pero que luego de la noche de paz vuelve a circular en el relato propio esa molestia irreducible que conmueve medularmente la vida anímica de un sujeto.
Así Gabriela Cabal asevera “No hay familia sin misterios ni ocultamientos, sin leyendas en general exageradas, sin parientes entrañables y disparatados, sin peleas legendarias, sin culpas que no se pueden expiar. El amor es lo que mantiene a raya ese laberíntico volcán de rencores, devociones y silencios. Y no siempre lo logra”.
El Psicoanálisis es una invitación a hablar de aquello que no se sabe, pero que está, y que deberá encontrarse como tesoro perdido no sin dolor. Una tarea de este tipo solo encontrará una vía posible en el arrojo de Quijotes que den batalla continua a sus propios molinos de viento. De lo contrario como en Casa Tomada, se corre el riesgo de quedar por fuera, de ser un forastero deambulante en su propia tierra.

Lic. Leandro Hocquart
Diplm. Psicología Jurídica y Forense
Miembro del IOM2, delegación Ushuaia, TDF

Bibliografía
Eherenberg, A (1998) “La fatiga de ser uno mismo. DEPRESIÓN Y SOCIEDAD”.
Bassols, M., (1993) “La familia del Otro”, en: Mediodicho, Maldita familia, Revista de Psicoanálisis N° 32, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Sección Córdoba, 2007.
Cabal, G (1995). “Secretos de Familia”.
Cortazar, J (1951) “Bestiario. Casa tomada”.
Freud, S.“El malestar en la cultura”, OC, vol. XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1985, pág. 97.

Sánchez, B. “La familia entre ficción y función”, Virtualia 15, julio-agosto 2006.  

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