Noche de Biblioteca. Reseña de "Poesía e invención" con Dante Baldi y Jorge Rivadeneira.
Noche de Biblioteca. Reseña de "Poesía e invención"
Todavía
conmovidos por las resonancias de la primera noche de biblioteca, se dio lugar
a una charla que conjugó nuestras ganas de armar serie de ese encuentro con la
literatura.
Esta vez nos
orientaríamos hacia la poesía, en un intento por ubicar algo del rasgo de la
invención. El domingo 19 de julio a las 22 horas había cita. El entrevistado,
nuestro colega de Río Grande, Jorge Rivadeneira.
Durante la
conversación surgieron algunas pistas respecto de la escritura ligada a la
herida y la verdad, con algunos destellos que sin apartarse de la vía poética,
permitieron una silueta para el psicoanálisis.
Comenzamos con
los conceptos de herida y desgarradura, tomados de Alejandra Pizarnik, y los
desplazamos hacia el lugar donde se descubre una verdad, orientándonos por la
referencia de Alain Badiou.
También “coqueteamos”
con la idea del describir el sabor de la naranja!... para intentar ubicar la
hiancia en que el acto poético se rebela contra el sentido, y surgen las
posibilidades infinitas de jugar con el lenguaje.
Compartimos
algunos recortes de lo que nos aportó Jorge: “No sé si he llegado a describir
algo de eso (en referencia al sabor de la
naranja)…. Porque ahí está la poesía y yo no sé si hago poesía….Trato de
hacer algo con lo enigmático de la experiencia humana, desnaturalizar el
lenguaje... Hacer una escritura para despegarme…. La herida es con el habla….
En relación al tiempo para escribir, escribo en los huecos…. Transformo el
insomnio en escritura… La experiencia de lo indecible esta más allá de lo traumático…
¿Donde aparece la extrañeza? Aparece todo el tiempo, así como la incomodidad de
compartir un viaje en ascensor”.
“… ¿Cómo
articular la herida a la verdad? Escribo para apartarme de mí mismo. Jugar a
alejarme del lugar donde soy, aunque es ahí cuando se abre la pregunta por lo
que soy. Hay allí un tratamiento de la herida, ya no es una verdad o la verdad,
sino el encuentro con algo que tiene que recomenzar nuevamente”.
La conversación duró
alrededor de dos horas, con mucho aporte de los participantes, pero no terminó
allí. Muchos quedamos tocados por lo generado en ese encuentro y de ello
surgieron movimientos de escritura que siguen intentando bordear lo indecible.
Compartimos
algunos escritos que se dieron, al día siguiente, en el muro de “face” de
Jorge, acerca del SABOR DE LA NARANJA:
“Tal vez el jugo de
la fruta pueda sentirlo, como un valor en el sueño, pero sea más rico al
despertar porque se perdió, y vayamos entonces a buscarlo durante todo el día
bajo la mesa, al costado de la sombra, de lo propio y de lo ajeno. Porqué no
saborear su ausencia a mitad de la tarde, cuando husmeando por la heladera o la
frutera solo encontremos bananas, manzanas y duraznos. O quizá sea más rica
aquella jugosa naranja en la niña que se viste de remiendos y que por su
carencia pueda darle un mayor propósito. No hay nada más sabroso del jugo de la
naranja cuando lo vemos deslizarse en otros labios mientras a nosotros se nos
hace agua la boca. O capaz haciéndose la boca, jugo. Por otro lado, el olor de
la naranja no tiene nada que ver con su sabor, y es por eso que se vuelve
sorpresa. No hay dos jugos iguales, ni siquiera aún en la misma naranja.
Peligro si hay semillas, o si el hollejo se volvió testarudo. De cualquier
forma, el sabor de la naranja que más me gusta, es aquel que se queda pegado en
la piel, un poco debajo del mentón, aquel lugar donde la lengua (con su doble
valor) no la alcanza”. (Jorge
Rivadeneira)
“El sabor de la
naranja no es como esas mañanas plateadas que caen sobre el mar partiendo las
aguas de los cielos... Es como una tarde de principios de otoño donde la brisa
suave y cálida se esparce en ocres y últimos verdes...y atrae la alianza de
luego aprovechar las cáscaras para algún bizcochuelo...” (Mónica Sinigallo)
“....Esa naranja que
sabe a risas compartidas, huele a barrio... a esquina; y transpira la vaporosa
ceguera sin advenir”.(Dante Baldi)
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