Surada # 8 - Entrevista a Eduardo Benito
Entrevistamos a Eduardo Benito, Miembro de la
EOL y de la AMP e Interlocutor de la Delegación Comodoro Rivadavia. Un vacío en
la interpretación, un sentido vacío para acceder a Otra cosa.
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Link a la entrevista:
Amparo Barrionuevo, colega de la Delegación
Ushuaia, comparte su interesante comentario del argumento de estas jornadas.
El
psicoanálisis en las instituciones: la brújula del acto analítico
Toda época tiene efectos en la subjetividad y
deja en ella sus marcas. La nuestra, lleva las marcas de la inexistencia del
Otro, la omnipresencia del mercado y su lógica y, la increencia en el
inconsciente.
No son pocos los desafíos clínicos que esto trae
aparejado al psicoanálisis de la orientación lacaniana. Los seres hablantes
obturan la pregunta de la división subjetiva a favor de las ofertas de
medición, evaluación, medicalización y, principalmente, la segregación.
Estos fenómenos están vinculados al avance del
discurso de la ciencia en sus diversas presentaciones- protocolos, parangones
de la biología, la estadística- que no han hecho sino consumar el rechazo del
inconsciente, cuya consideración supone la existencia singular, incomparable y
propia de cada ser hablante.
Las instituciones como síntoma del Otro de la
Cultura corren el riego de abonar este discurso totalizante, en su validez del
“para todos igual”, de las “tendencias uniformes”, las “guías del buen
funcionamiento”. Ya no se trata de la Institución del Edipo de Freud, sino que
la vertiente de la actualidad es un funcionamiento institucional que sanciona
un ideal con la voluntad de reabsorber la particularidad del síntoma. Así, se
aplica un saber sobre el sujeto, intentando reeducar aquello que va por fuera
de lo establecido, desconociendo la singularidad.
Esta tensión entre lo singular del sujeto y el
ideal universalizante se pone de manifiesto en las diversas experiencias
institucionales y como el psicoanálisis le concierne al síntoma, tiene algo
para decir allí.
Miquel Bassols señala en una preparatoria de
Pipol 6 que la institución del psicoanalista es el diván. Es decir que la
institución es un nombre que damos a las formas de lo que da cuerpo al Otro.
Podemos incluir la familia, la escuela, el ejército, el Estado. Todos los dispositivos que el
ser humano construye para una regu-lación posible del goce que nos habita. ¿No
sería acaso equivalente al acto analíti-co? Cada vez que se produce el acto
analítico se instituye el discurso analítico como tal, del cual depende, la
institución del sujeto, del ser hablante.
El semblante del analista- que no retrocede a la subjetividad de la
época-es un analista móvil, dúctil que no solo intenta captar el “sentido de
los síntomas” sino que anuda, desanuda, corta, da consistencia.
Si la institución se trata de la “cosa establecida”, el saber hacer de
un analista es todo lo contrario a un saber establecido. Es un saber que no se
sabe y que opera como condición para que la clínica pueda desplegarse.
A la orientación a lo real que guía nuestra
práctica no le puede corresponde un modelo concreto, sino un saber hacer
institucional que deje un resto que lo con-table no pueda integrar, un resto
con el que el sujeto pueda hacer su propia experiencia, encontrar una
particular solución a su sufrimiento.
El psicoanálisis tiene la función política de
recordar que lo universal no resolverá nunca las cuestiones, que el goce en su
particularidad esta como protesta contra el ideal, que cuanto más se quieran
ideales mas se fabricará lo que Lacan llamaba “representaciones exaltadas del
mal”. Orienta la experiencia de la cura en un terreno distinto al que presenta
al bien como universal. Es una ética consecuen-cialista que implica enfrentarse
con el propio deseo y asumir las consecuencias; una ética que tiene en cuenta a
los otros en su diferencia irreductible, que apues-ta al lazo al Otro pero no
de cualquier manera, lo que lo hace incomparable, que es en ultimo termino el
punto de goce ligado a su síntoma.
¿Cómo hacer existir el psicoanálisis en estas coordenadas? ¿Cuáles son
las inci-dencias del psicoanálisis frente a estos nuevos síntomas, el
entrecruzamiento de discursos, las nuevas presentaciones de los cuerpos?
De Freud a Lacan el hilo de Ariadna que
atraviesa la enseñanza es el deseo del analista como esa función lógica en la
que se sustenta la operación analítica. Su inserción en lo real como respuesta
efectiva a las cuestiones de la subjetividad cuando esta corre el peligro de
ser ignorada.
En “El porvenir de la terapia psicoanalítica”, Freud plantea los tres
factores de los que hace depender el progreso del psicoanálisis- los avances en
el saber, el reco-nocimiento de la autoridad psicoanalítica y el efecto de
nuestra labor en la civili-zación- que encuentran su traducción actual en la
articulación de las dimensio-nes clínica, política y epistémica del discurso.
De esta
manera, una posible respuesta se esboza. El quehacer del analista en las instituciones
no puede desentenderse de esta triplicidad, constitutiva de la Causa Freudiana.
Bibliografía:
Freud, S., “El porvenir de la terapia
psicoanalítica”. Editorial Biblioteca Nueva, tomo II.
Lacan, J.,
Seminario 11 “Los cuatro conceptos del psicoanálisis”. Editorial Paidós.
Coccoz, V. y otros, “La practica Lacaniana en
instituciones I y II”. Editorial Grama, Serie Praxia.
Lisandro Aristimuño es un rionegrino que ya no
necesita presentación. Una canción... ¿enchufada?
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Valentina Minieri, Enrique Ortiz, Federico Oyola, Constanza Padilla, Laura
Palotta, Pablo Polizzi, Jorge Rivadeneira, José Rodríguez.