¿LA ENFERMEDAD ES O SE HACE? Por Enrique Ortiz
“Hace treinta años Henry Gadsden, director entonces de
la compañía farmacéutica Merck, hizo unos comentarios sorprendentes y en cierto
modo candorosos a la revista Fortune. Dijo que su sueño era producir
medicamentos para las personas sanas y así vender a todo el mundo. Aquel sueño
se ha convertido en el motor de una imparable maquinaria comercial manejada por
las industrias más rentables del planeta.”
Así
comienza el libro “Selling Sickness” (Vendiendo Enfermedades) del investigador
australiano Ray Moynihan, editado en 2005 y traducido al español como “Medicamentos
que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes”.
Ray Moynihan así como otros periodistas e investigadores se dedicaron en la última
década a documentar un fenómeno global que va adquiriendo cada vez más
relevancia en nuestra época. La invención de nuevas enfermedades que convierten
procesos normales de la vida y conductas típicas en trastornos mentales. Según
otros investigadores como Moynihan el marketing corporativo de las industrias
farmacéuticas en los últimos años empujó a un crecimiento exponencial de dichas
enfermedades, de tal modo que muchas de las conductas que se decían normales hasta
ahora ya no lo son, como por ejemplo el berrinche típico de los chicos. En la
nueva versión del manual DSM V, (Manual de Diagnóstico y Estadística de
Desórdenes Mentales), de la Asociación Americana de Psiquiatría de Estados
Unidos, que fue editado en español en octubre de 2013 , el cual es como la
biblia para el mundo de la psiquiatría occidental, tiene un apartado donde el
berrinche pasa a ser nombrado como: “Trastorno Disruptivo del Humor”, Dice que
los chicos cuyos berrinches se repiten en un número igual o mayor a tres veces
por semana y sucede al menos durante un año padecen de dicho trastorno, por lo
que se indica tratamiento farmacológico para subsanar el problema.
Miguel Jara en su libro “Nuevas Enfermedades y Marketing
del miedo”, editorial Península 2009, dice: “La tendencia es
medicar estilos de vida, factores de riesgo, procesos naturales como si fueran
enfermedades. En los próximos años veremos cómo "aumentan" las
patologías mentales y las enfermedades inexistentes en los niños, como el
"Déficit de Atención" con o sin hiperactividad, del que ha nacido el
"Trastorno Oposicionista Desafiante", que no es sino la natural
rebeldía de los niños re conceptualizada como enfermedad. “
La población que más ha sufrido el embate de las nuevas
enfermedades ha sido la infantil, los diagnósticos nuevos como “El trastorno
Disruptivo del Humor”, se aplicaron tanto como el viejo y conocido ADD/ADHD Síndrome
de Atención con y sin Hiperactividad que suma día a día cada vez más niños a
sus filas. El interés por esta población en particular se debe a que el mercado
adulto se encuentra saturado, por lo tanto se buscan clientes desde que son
niños, para que así se convertirán luego en pacientes de por vida.
“Menopausia masculina, hijos inquietos,
colesterol demasiado alto, timidez enfermiza, hipertensión arterial, fatiga
crónica... ¿Hasta qué punto todas estas enfermedades realmente lo son? ¿Es
necesario y útil tratarlas médicamente, o es la industria farmacéutica la que
crea falsas necesidades orquestando poco éticas campañas de marketing? La
industria farmacéutica está redefiniendo la salud humana de tal modo que la
convierte en un estado que ya nadie puede alcanzar. Muchos de los procesos
normales de la vida: el nacimiento, la vejez, la sexualidad, la infelicidad y
la muerte, así como otros comportamientos completamente normales, se nos presentan
sistemáticamente como patológicos.”
Esta frase le pertenece a otro
investigador alemán llamado Jörg Blech, el
cual escribió un libro llamado; “Los inventores de Enfermedades”, Editorial
Imago Mundi, en él habla del complejo y enorme proceso mediático financiado por
las grandes corporaciones farmacéuticas que apuntan a modificar el concepto de
salud humana, y convertirla en una idea abstracta y difusa, con el fin de
instaurar la idea de un estado de plenitud confuso, palanqueado a su vez con una
variedad infinita de pastillas. Como en la novela de Aldous Huxley “Un mundo feliz”, en el que la
creatividad para resolver los problemas y los avatares de la vida, fueron
reemplazados por la comodidad de un elixir farmacológico que anulaba las
preocupaciones y angustias. Tal vez llegue el día en que nos ofrezcan esa
felicidad a cambio de ser más dóciles, menos críticos, y más trabajadores.
Enrique
Ortiz
Psicólogo.
Miembro del IOM 2 Delegación Ushuaia
Texto publicado en el diario Tiempo Fueguino el día lunes 30 de Enero de 2017