Reflexiones de la época - "Un enclaustramiento inédito" por Amparo Barrionuevo


Un enclaustramiento inédito



Lo inédito golpea las puertas del mundo.
Lo inédito y sus coordenadas ha trazado, a partir de una contingencia, un descalabro de lo real y por ende, lo ordenamientos simbólicos e imaginarios.
Si así lo leo, el psicoanálisis permitiría sentirnos “un poco más en casa” en esta coyuntura. ¿No es acaso lo inédito aquello que se produce en el tramo de un análisis? Sin esta virulencia, sin dudas.
Lacan escribe entre 1957 y 1958 el Seminario 5. Encontré allí una referencia que me permite rodear esta coyuntura, y poner en pregunta algunas de sus consecuencias.
Dice así:”Es muy sorprendente que, desde que el mundo es mundo, entre quienes tienen título de filósofos, ninguno haya pensado nunca en producir, al menos en el periodo clásico- ahora nos hemos entretenido un poco pero queda camino por andar- aquella dimensión esencial  de la que les he hablado bajo el nombre de Otra Cosa”.
No sólo se trata del deseo de Otra Cosa sino que, como dimensión esencial se hace presente en varios estados.
Sigue la cita: “El enclaustramiento, ¿no es también una dimensión esencial? Tan pronto llega el hombre a alguna parte, a la selva virgen o al desierto, empieza por encerrarse.  Si fuera preciso, como Cami, se llevaría dos puertas para producirse corrientes de aire. Se trata de establecerse en el interior, pero no es simplemente una noción de interior y de exterior, sino la noción del Otro, lo que es propiamente Otro, lo que no es el lugar donde se está bien guarecido”.[1]
 Ya no hay lugares donde guarecerse. La Pandemia ha introducido una vertiginosa profilaxis que incluye esos lugares más íntimos y más propios donde había alguna garantía de que la Otra Cosa quedaba por fuera. Ficciones o no, eso salvaguardaba ciertos ordenamientos que delimitaban los peligros singulares  de una Otredad que, para cada quien, se reviste de alguna amenaza.
Otra dimensión del Otro se ha desplegado en estos tiempos. Es “sospechoso”, “asintomático”, “contagiado”, “recuperado” y “portador del virus” entre una variedad de intentos de nombrar esa Otra Cosa que ha irrumpido. El nuevo estatuto además suprime la presencia de los cuerpos y los matices contingentes que esto supone en el encuentro entre seres hablantes.
Esa amenaza se reviste de objetos, de los más triviales a los más destacados. Desde una lapicera, un billete, un accesorio para el pelo a un estridente chillido que sale de la garganta, un ronquido o un catarro. Hasta allí se ha extendido la amenaza.
Los intercambios no son ingenuos sino calculados. Se calcula la distancia, el pasamano, el trapo que va borrando cada rastro de lo humano allí. Esta Otredad es anónima y estadística, ni una huella del goce que habita al uno por uno.
¿A quién le tocará hacer existir nuevamente esa dimensión esencial y singular de cada uno?  No sé que a quienes les quepa semejante desafío, pero, sin dudas, el psicoanálisis será llamado a ocupar algún lugar allí.
En definitiva, revestir de palabras lo ominoso alivia. Las palabras hacen existir esa dimensión humana que se soslaya bajo las cifras.
Añoro que estemos a la altura de la época.




[1] Lacan J. Seminario Las Formaciones del Inconsciente, Cap. 9, pag.181. Edit. Paidós.

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